Un mundo en el que no hay pasado ni futuro. Un mundo en el que el ser humano no es más que un mero títere sin derecho a pensar ni a expresarse. Un mundo en el que se vigila cada uno de los movimientos que realiza cada persona.
Este es el mundo de 1984, un libro que me gustó y me puso de mala hostia a partes iguales.
Nosotros no somos así. Sabemos que nadie se apodera del mando con la intención de dejarlo. El poder no es un medio, sino un fin en sí mismo. No se establece una dictadura para salvaguardar una revolución; se hace la revolución para establecer una dictadura. El objeto de la persecución no es más que la persecución misma. La tortura sólo tiene como finalidad la misma tortura. Y el objeto del poder no es más que el poder. ¿Empiezas a entenderme?