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sábado, 12 de junio de 2010

Realidad

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Comenzó a andar, pasito a pasito dejando sus huellas en la nieve que iba quedando atrás pisando cada vez mas fuerte por miedo a que se borraran y no las contemplase el siguiente en pasar.
Había emprendido el camino en busca de una nueva, no creía que encontrase jamás una que superase a la suya pero tenía que buscar.
Durante su vida había conocido a muchas: dulces, amargas, frías, algunas que se creían tan maduras como para tirarse del árbol cuando aun estaban verdes. Algunas sabrosas, otras empalagosas...
Después de ese largo camino volvió a su hogar dispuesto al reencuentro. Fue entonces cuando lleno de experiencia la vio, la vio por primera vez, la vio como realmente era y no como el quería creer, al fin y al cabo no era diferente al resto de las frutas.

martes, 8 de diciembre de 2009

Tiempos pasados...




No todo lo malo es totalmente malo, ni todo lo bueno es totalmente bueno, cada foco de oscuridad alberga un pequeño resquicio de luz casi imperceptible.
Marco se encontraba sentado en una roca consumida por la fuerte corriente del río, que en anteriores estaciones había sido más caudaloso de lo que se veía en la actualidad.
Buscó con sus manos una piedra lisa sobre la escarchada extensión. Al encontrarla la deslizó entre sus manos observándola fijamente y la lanzó con fuerza sobre la superficie del agua para ver su deslizamiento.
Este simple movimiento lo relajaba y le devolvía la paz interior que hacía tiempo le había sido arrebatada.
Observó la lejanía, perdiendo la mirada en un punto en el horizonte.
Perdido entre sus pensamientos rememoró tiempos pasados.
Se encontraba en la casa de su abuela, sentado detrás de la cocina con los pies descalzos sobre un cepo de madera. El calor lo invadió en ese momento y hasta pudo notar como sus mejillas se sonrojaban en reflejo de la luz de la lumbre.
Recordó como solía colocar las sillas del comedor en hilera, sintiéndose el conductor de una vieja locomotora.
Todo era más sencillo cuando una simple toalla a los hombros te daba los poderes necesarios para convertirse en superhéroe.
Si se lo hubiesen preguntado, hubiese vendido su alma por volver a ser niño otra vez.
Sin embargo en el medio de un interminable ósculo con el diablo que los uniese para siempre un Marco adulto entraría gritando, poniendo fin a aquel momento de enlace.
El suave sonido del agua resbalando río abajo lo despertó. Levantó la vista volviendo a reparar en el lugar donde se encontraba.
Lo sabía, aunque le dolía lo sabía. Cualquier tiempo pasado, había sido mejor.

miércoles, 26 de agosto de 2009

Mercutio


-Mercutio, ¿porque no hablas sobre el amor? ¿No es acaso el tema en el que se han inspirado tantos grandes artistas?

-Lo es, en efecto. Pero dime, ¿acaso no sería un hipócrita si escribiera sobre el amor cuando nunca he vivido un romance? No sería más que el anhelo lo que hablaría por mi, sin experiencia, sin sentido, sería como un preso hablando de libertad.

-Quizá deberías tratar entonces sobre el desamor.

-Espero que tu creencia en mi no te haga confundir términos. No estoy capacitado para hablar de amor, pero sería todavía más indigno si hablara de desamor. Hablar de un dolor que nunca me ha sido causado, sería imposible escribir las palabras adecuadas sobre una pasión que nunca he sentido. Con ellas solo conseguiría ofender a todos aquellos que han respirado a través de otro, que han conocido el cuerpo ajeno por encima del propio.

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Una vez alguien me preguntó si en el hipotético caso de llegar a publicar algo me gustaría hacerlo como escritora para quinceañeros. Mi respuesta fue un claro NO y esto es lo que me ha llevado a conocer y querer a Mercutio así como también a pensar como él.

lunes, 15 de junio de 2009

Miedo



Lo miró discretamente desde lejos temiendo que sus miradas se cruzaran. Tomó aire y se dirigió decidida hacia él.

-¿Puedo hablar contigo?- susurró intentando resultar segura de si misma.

-Claro...- dijo él que la observaba confuso sin entender aquel extraño comportamiento de la chica.

Tomó su brazo y lo alejó de la multitud, apartándolo también de su grupo de amigos que los miraban entre risas.

-No se ni por donde empezar...- dijo llenándose de valor, preparándose a soltar aquel discurso que había ensayado unas mil veces mentalmente.

El chico continuó expectante entre temeroso e impaciente.

-Es solo que no te entiendo, tus actos no guardan relación entre ellos, tus sonrisas me desconciertan y tus palabras me hacen daño. Quiero que dejes de comportarte así, quiero que dejes de jugar conmigo como un niño juega una y otra vez con el mismo juguete sin dejar de lado al resto de su colección. Se que tú nunca dijiste nada acerca de nosotros, que las ilusiones no son más que parte de mi frágil imaginación... simplemente tengo derecho a creer que funcionaría. Lo tengo porque de una manera u otra tú has dado pie a que yo pensase así. Se que quizá con esto solo te esté asustando, que no sea el momento ni el lugar más adecuado para decirte todo esto pero es que no puedo sacarte de mi cabeza. Hora tras hora, minuto tras minuto y segundo tras segundo. Ahora es tu turno de decirme que podemos ser amigos, ¿amigos? Nosotros nunca seremos amigos.

El chico continuaba mirándola fijamente mientras ella ya se arrepentía de lo que había hecho y se disponía a marcharse.

Él la agarró del brazo y sin necesidad de decir una palabra llevó sus labios a los de la joven que se encontraba situada delante de él.

Todas las palabras que había estudiado al milímetro le parecieron insignificantes ante aquello.

viernes, 29 de mayo de 2009

Recuerdo que olvidar


Salió corriendo de aquel bar como alma que lleva el diablo, sin querer volver la vista atrás para contemplar aquellos ojos que la observaban fijamente al partir. Caminó lentamente al principio y aceleró el paso después hasta que comenzó a correr. Intentaba no pensar e incrementaba el ritmo, ritmo que también habían tomado sus pensamientos que se encaminaban rumbo a la tortura.
Intentó luchar contra sus instintos rememorando el verano que había pasado cuando tenía tan solo 9 años pero la tregua fue breve y los recuerdos de Óscar volvieron a su mente.
Intentó aferrarse a ellos estrujándolos entre sus manos, peleando por no dejarlos escapar. Sin embargo en cuanto abrió su mano la encontró vacía, tan vacía como ella se sentía en su interior.
Notó como las lágrimas que se mezclaban con las finas gotas de lluvia caían sobre sus mejillas.
Sus ilusiones se habían derrumbado como un castillo de naipes destrozado con un cruel suspiro.
Sin meditar demasiado sacó la cartera de su bolsillo y extrajo de ella una vieja y arrugada entrada de cine. Con las letras difuminadas como un oscuro atardecer.
Aquella era la primera película que los dos habían visto juntos años atrás con un rostro impregnado de esperanzas.
Le llevo un rato meditar el siguiente paso y finalmente la tiró al suelo. Aquella fue una de las decisiones más difíciles que tuvo que tomar.

martes, 28 de abril de 2009

Enseñame a olvidarme de pensar...



Se giró sin despedirse, pero yo no aparté la vista de él. Volvió a mirar fijamente para mí y agarró mi mano. La deslizó delicadamente hacia sus labios y la besó.

-"Si profano con mi indigna mano este sagrado santuario pecado de amor sera, mis labios peregrinos ruborizados quisieran hacer penitencia con un dulce beso"- sin darme tiempo a asimilar aquellas palabras de Romeo, nuestros labios se juntaron en un interminable beso, dulce en un primer momento y apasionado poco después.

-Hasta mañana Denís.-Cuando me di cuenta allí estaba yo sola, llevándome las manos a los labios que segundos atrás habían sido tocado por los suyos, siendo la persona más feliz que en esos momentos pudiese existir. Abrí mi mano y en ella encontré un papel cuyas letras decían:

Para mi Julieta, enseñame a olvidarme de pensar” seguido de su número de teléfono.

Abrí la puerta lentamente y entré sigilosamente.

lunes, 20 de abril de 2009

¿sueños rotos?



En ocasiones me he preguntado sobre la complejidad que albergan nuestros pensamientos más ocultos, los que quedan relegados a la parte más interna de nuestro subconsciente. Tan invisibles e intangibles que no sabemos ni que están ahí. Pero llega el momento de cerrar los ojos, ese preciso momento en el que nuestros miedos e ilusiones saldrán a relucir. Ese momento en el que tu ni nadie podrá ayudarme a luchar contra mis monstruos, esos miedos a los que yo sola me debo enfrentar. Del mismo modo tampoco podrás recordarme que mis más anhelados sueños no son más que eso, ilusiones. Intentarás derribar mis castillos en el aire, como se derriba sin compasion el castillo de arena que un niño acaba d construir. Sin embargo yo sonreiré, porque se que mientras esté soñando, estaré donde y con quien yo quiera estar